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Mostrando entradas de mayo, 2016

Caricias En Tu Espalda

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E sta mañana  se ha colado un rayito de sol  por tu ventana,  que es la ventana de mi habitación.  Se ha asomado  y me ha pillado metiéndote mano.  Esta mañana...  sí que hacía calor.  Me dejé la vergüenza olvidada  en el fondo del vaso en el último bar.  La mirada perdida, la voz oxidada,  despierto en tu cama y me da por cantar...  Dame el tiempo que no te haga falta  y prometo invertirlo en caricias en tu espalda.  Dame el tiempo que no te haga falta  y prometo invertirlo en caricias en tu espalda.  Esta mañana  recuerdo que estaba mejor.  Como almohada,  tu pecho desnudo en la cara.  Te has marchado  y me has dejado bastante tirado.  Esta mañana...  el calor me mataba.  Me dejé la vergüenza olvidada  en el fondo del vaso en el último bar.  La mirada perdida, la voz oxidada,  despierto en tu cama y me da por cantar...  Dame el tiempo que no ...

La Película de mi Mente

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Pellicula, -ae : película. Mea, meus, meum : mi. Mens, mentis : mente. Meae Mentis Pellicula : La Película de mi Mente. No hace mucho tiempo, pude tenerte entre mis brazos otra vez.  Tras estos meses he vuelto a estar a tu lado. Abrazado a ti. Sintiendo tu calor junto al mío. Observando cada esquina de tu rostro, de tu cuerpo. Contando los lunares que hacen arte en tu piel, que crean constelaciones de estrellas.  Recuerdo que mis brazos tenían presa a tu cintura. Mis labios besaban tu cuello sin previo aviso, erizando tu vello y haciendo estremecer a tu cuerpo.  Te quería entero para mí. Te quiero entero para mí. Mis ojos marchaban en los tuyos y no volvían, tal vez por mi gran adicción al café. Nunca había bebido uno tan adictivo como tus ojos.  De ahí, marchaba a tu sonrisa, infantil e inocente como siempre, preciosa en cada ángulo, dedicada a mí.  Volvía a besarte, regresaba al desastre. Incapaz de contenerse, mis labios se volcaron en los...

Hacerlo Bien

¿Qué he hecho?  Me gustaría poder correr lejos  de este barco que se hunde.  Tratando de ayudar, hice daño a los demás. A hora siento el peso del mundo en mis hombros.  ¿Qué puedes hacer cuando tu bien no es suficiente  y todo lo que tocas se derrumba? P orque mis mejores intenciones siguen haciendo un desastre de las cosas.   Sólo quiero arreglarlo de alguna manera,  pero ¿cuántas veces necesitaré?  ¿Cuántas veces necesitaré para hacerlo bien?  ¿Puedo empezar de nuevo, con mi fe rota? P orque no puedo volver atrás y deshacer esto.  Sólo tengo que permanecer y enfrentar los errores, así me hago  más fuerte y más sabio.  Voy a salir de esto.  ¿Qué puedes hacer cuando tu bien no es suficiente  y todo lo que tocas se derrumba? P orque mis mejores intenciones siguen haciendo un desastre de las cosas.   Sólo quiero arreglarlo de alguna manera,  pero ¿cu...

La costumbre de agradecer nuestros errores

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Hace mucho tiempo, pensé que los errores que cometemos merecían ser olvidados. Recordarlos como algo vergonzoso e intentar bloquearlos en nuestra cabeza. Tal vez por miedo. Tal vez por dolor... O para no volver a cometerlo. Sin embargo, según pasó el tiempo me dí cuenta de que aquello era imposible.  Un error, generalmente, no se comete intencionadamente. Suelen ser accidentes, actos imprevistos y poco planeados. Con ello, se desencadena una serie de auras negativas que nos afectan, y de esa manera es cómo se graba a fuego en nuestra mente y con sangre en nuestro corazón. Por eso nunca podremos olvidarlos. Ni el propio error ni lo que supuso para nosotros. Y es ahí donde esta la clave: en lo que vino después. En lo que supuso en nuestra vida errar. Muchas veces, nuestro camino se ve obstaculizado y nos quedamos paralizados por temor a empeorar las cosas. A caernos y herirnos con las espinas de las rosas. Ellas. Tan hermosas como asesinas. Siempre acabamos...

Las maravillas salen a pasear a las 11:00 a.m.

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Tienes por costumbre pasear a tu compañero a las 11:00 a.m.  Nunca decidí tomar ese camino, y fíjate a lo que me ha llevado desviarme por un día: a verte. No sé de dónde has salido, pero apuesto a que ni tú mismo lo recuerdas. ¿El País de las Maravillas? ¿Será eso...? Porque eres fantástico.  No esperaba encontrarme contigo. Tampoco lo hacía con el Chico de la Línea 11, pero oye... al menos ya sé dónde y cuándo encontrarle.  Tú no me mirabas. Y prefiero que sea así, porque me moriría de vergüenza si lo hicieras. Las cosas salen mejor cuando se hacen despacio, así que ¿me dejas conocerte un poquito? El Conejo de la Madriguera tiene la tez morena. Sus ojos, azules oscuros, luchan por hacerse notar contra su pelo rubio, en huelga de peinarse. Y su sonrisa, tal vez su mejor arma, abarca toda la felicidad que se le puede ver reflejado en su rostro, de oreja a oreja, con unos hoyuelos que me fascinan. La alegría con la que juegas con tu amigo, de cuatro patas...