Fati Memoriae

Fatum, -i: destino, hado.
Memoria, -ae: memoria.
Fati Memoriae: Memorias del Destino.

¿Por qué? Muy sencillo: no creo en el Destino ni en un Hado. Qué contradictorio, ¿no? Es muy fácil; como dijo Neo en Matrix:
"No creo en el destino porque odio pensar que no soy yo quien controla mi vida".
Fati Memoriae proviene, para mí, del devenir, de lo que desconozco y que tal vez algún día conozca, pero no por un hado o el destino. Que solo dependa de mí las cosas que surgen a mi alrededor, nada más. De mis decisiones y reflexiones.

Me presento como el Principito, pero no soy (para nada) él. Podría decirse que soy como él. Veo el mundo con melancolía, con desgana e interrogantes. Nunca renunció a una pregunta, ya sea para el mundo o para mí. A menudo me fijo en cuando la noche se va a dormir y el día se despierta despeinado, con suerte.
Pero el Principito no está solo. Le acompaña Peter Pan. Es algo lógico: no quiero crecer. El mundo exterior me asusta, a pesar de mis metas y objetivos. Odio la soledad y pienso que la realidad es demasiado egoísta, por eso no quiero ser una persona grande. Pero sé que si no llego a serlo, no podré lograr mis fines tan anhelados. Entonces ¿qué hago con esta lucha interna? El Principito, que está atento al mundo, le dice a Peter Pan que no es tan crudo como él lo ve. 
-Tal vez esté corrompido, Niño Perdido, pero no del todo -dice.
-Sí, sí lo está.
-¿Y qué hay de la Vendedora de Felicidad, Chica Nutella, la Chica de la Coleta Despeinada y Bú?
En ese momento, Pan reconoce que el mundo no es tan malo como él cree. Todas ellas han influido en mi vida y me recuerdan que la realidad no es tan horrible. Hay más personas a parte de ellas y todas me han marcado en algún momento. Más o menos que otras, pero siguen dejando huella. Estoy ansioso por que las conozcáis, pero todo a su debido tiempo, joven Watson. 

Así, tal vez me encontréis en el asteroide B-612 o en el País de Nunca Jamás escribiendo o emborrachándome de literatura. A veces escribo. A veces leo. Otras, reflexiono y lo retrato en mis relatos. Tal vez lea poesía, o puede que no. A lo mejor me enamoro, ¿por qué no? Cerrar puertas es de mala educación. Aunque tal vez me rompan el corazón, pero tengo Ángeles Custodios que me regalarán uno nuevo si es necesario. Es difícil no arriesgarse, pero más fácil es hacerlo.


Y a la mierda lo que dijo Platón sobre las ideas: desde aquí te digo que los sentimientos no son inteligibles porque saben a algo.

Pienso que el amor sabe a fresa; la felicidad, a menta; el odio, a chocolate puro y amargo; la ilusión, a azúcar; la desilusión, a limón (pero no un polo de limón o una limonada. Un limón de verdad). Que la tristeza es como beber agua caliente o saborear las lágrimas, porque solo uno mismo conoce su verdadero sabor. La alegría es helado de vainilla, y el enfado puede que una guindilla. 
¿Qué me dices de esto, Platón? 

A lo mejor esto no lo leerá nadie, quién sabe. De lo que sí estoy seguro es de que escribiré cada domingo por la mañana para quienes quieran saber cómo soy, lo que pienso y lo que siento. Sobre qué dialogan el Principito y Peter Pan o quiénes son la Vendedora de Felicidad o Chica Nutella, por ejemplo. Lo que quiero es expresarme de alguna manera, hablaros de por qué sé que saben a eso los sentimientos. 


Ojalá sea así.



-Principito.

    

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